Caleidoscopio

 Las imágenes van interconectándose y es casi imposible dejar de registrarlas. Todas se disparan en la calle, en un espacio privado o en la memoria desde donde se capturan a la misma hora en la que se recuerdan. Aquí aparece una mujer, allá un hombre, un niño, una anciana, un carro azul.

C-VEN-D. Es la letra de Carlos Apretado (es un apellido). Ahora él tiene un lío en su cabeza. El que lo acompaña es Antonio, su hermano menor.

−Y tú, ¿qué puedes decir? ¿Acaso no te quedarás con la mejor parte?

−Tú sabes, Toño, que mi chequera siempre estuvo a la disposición de ustedes.

−¿Y cuánto cobrarás después? ¿Cuánto le pasarás a tu amigo abogado?

A mí no me vienes con cuentos. Éste lo vendes y luego te quedas con la mejor

tajada…

Allá, el asunto es otro. Si te escapas ahora hacia la quinta cuadra donde el auto se ha parado, miras que el tema es diferente. Recorres los jardines. Te detienes a separar las voces que vienen de diversos lugares. Escuchas gritos, risas, hasta una música a tono bajo se reproduce en el lugar de los sucesos. Ahora son otros los personajes (historia #2) y las cosas que se dicen…

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